Ernesto Benavides Ornelas es Director de Formación Social del Tecnológico de Monterrey desde 1998. Es graduado del Programa para el Fortalecimiento del Liderazgo Social por la Escuela para Estudios en Latinoamérica (LASPAU) de la Universidad de Harvard. Coordina el Programa de Formación Social y Ciudadana. Coordinador de la Academia Nacional de Ciudadanía. Ha desempeñado cargos en la Confederación Nacional Campesina del Estado de Tamaulipas y ha sido Profesor-Investigador en la Universidad Autónoma del Estado de Tamaulipas y en el Tecnológico de Monterrey. Actualmente colabora en la Dirección de Formación y Desarrollo Social de la Vicerrectoría Académica. Entre sus publicaciones destacan: Formación y Desarrollo Social (2009), La transformación del servicio social comunitario en el Tecnológico de Monterrey (2007), México Solidario: Participación ciudadana y voluntariado (2008), 70 Años de Servicio Social en México: El servicio social mexicano en el actual escenario educativo y social (2006).  

Contacto: Dirección de Formación y Desarrollo Social – (IDeSS), Vicerrectoría Académica, Tecnológico de Monterrey. Avda. Eugenio Garza Sada 2501 Col. Tecnológico MONTERREY N.L. MÉXICO. ebenavid@itesm.mx

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LA EDUCACIÓN GLOBAL, UNA EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO

Todos somos parte de este espacio habitado que llamamos planeta tierra y tenemos un rol activo para asegurar el bienestar social. El derecho al desarrollo es, además de un derecho universal, una responsabilidad de todos, es en esencia el derecho humano en el cual toda la sociedad y todos los elementos que la componen convergen; su vínculo con los derechos políticos, sociales, culturales, civiles y económicos es prácticamente indisoluble, aunque en la realidad de la sociedad actual pareciera importar poco que el desarrollo se esté gestando de manera excluyente, inequitativa e insostenible.

 

IMPERATIVOS DE LA EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO DESDE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

Hay error en aquellos que afirman que hoy es impostergable que la educación superior, y por ende la de todos los niveles, debe entrar a la ola de la responsabilidad social universitaria. Me pregunto ¿En qué momento decidimos que era opción que la universidad no fuera socialmente responsable? La responsabilidad social de la universidad es inherente a su nacimiento y su permanencia no es negociable, por su parte, la formación ciudadana en la universidad debe ser concebida como un medio que hace operativa la misión de la universidad, aquella que pretende en sus estudiantes la formación de ciudadanos activos, protagónicos en la gestación de una sociedad civil que construya sociedades más justas, sí, sociedades en plural, hoy no basta con ocuparse para que sea más justa la que se considera propia porque se habita en ella, un tejido social sano exige una sociedad civil participativa en los ámbitos local y global.

 

Es mediante la formación ciudadana que se acompaña e instruye al estudiante en la comprensión y desarrollo de competencias que lo habiliten para cumplir a cabalidad con sus responsabilidades ciudadanas en el contexto de sociedades plurales, en el contexto de las democracias actuales, sean incipientes, en vías de consolidación o ya consolidadas. La responsabilidad social universitaria nunca debió de ignorarse, más bien lo que sí que resulta impostergable en la educación superior  es la responsabilidad de actuar con mayor vehemencia en la participación cívica.

A continuación menciono imperativos de la educación superior actual y futura:

-  Actualizar su modelo educativo para atender requerimientos de la industria, el desarrollo tecnológico, la  economía, la ciencia, pero también de las humanidades… todo en clave de darle pertinencia social al conocimiento que se gesta, socializa, acumula y que busca transferirse a todos los procesos de la vida diaria en los ámbitos personal, familiar, local, regional, nacional e internacional.

- En materia de formación ética y ciudadana, el imperativo es frenar la inercia -lamentablemente generalizada- de daño al tejido social y contribuir así a la inclusión, la cohesión y el desarrollo social.

-  Educar para la democracia, la inclusión social, la diversidad ideológica y la igualdad de oportunidades de desarrollo para todas las sociedades.

- Articular los distintos espacios que componen el modelo educativo de cualquier institución educativa: el espacio curricular, el de la transversalidad a los planes de estudio, el co-curricular y por último el ambiente que impera dentro del aula y de la Institución.

- No replicar el sistema viciado, es decir, no replicar aquellos modelos educativos y ambientes de aprendizaje que resultan a la luz del más simple diagnóstico eminentemente excluyentes.

 

LA FORMACIÓN CIUDADANA DESDE EL APRENDIZAJE-SERVICIO (A-S)

El Dr. Andy Furco nos plantea en su artículo “Rúbrica de Autoevaluación para la Institucionalización del Aprendizaje-Servicio en la Educación Superior” una visión elaborada por muchos investigadores y académicos que a partir de los años ochenta y noventa asumieron la responsabilidad de elevar el debate de pedagogías y metodologías  didácticas que fueran de ayuda a la formación en ciudadanía. El aporte del articulo es relevante y fue detonador de grandes debates y acciones en universidades de Estados Unidos, América del Sur y en México, así mismo un hecho interesante fue como en los últimos años España y otros países de Europa y África se fueron “contagiando” positivamente de esta metodología.

Son muchos, muchísimos los actores importantes en esta noble tarea educativa de extender el A-S, el aporte de quienes dieron y actualmente dan vida a Campus Compact es total, así como el de las personas que lideran y forman parte de las organizaciones nacionales que lo promueven en EEUU. En América latina la aportación del Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (CLAYSS) y el movimiento “Construye País” en Chile -de donde surge otro de los precursores del A-S (quien aporta la traducción del artículo al castellano) son otro ejemplo de trascendencia.

Este recuento no pretende ser exhaustivo, cometería graves fallos y omisiones si pretendiera nombrar a todos los promotores, precursores e inspiradores del A-S a nivel de personas e instituciones que representan. La resultante es que en la memoria colectiva de los que hoy  trabajamos a favor de las causas de la educación global, el articulo denominado “Rúbrica de Autoevaluación para la Institucionalización del Aprendizaje-Servicio en la Educación Superior”, está presente en el día a día, pues su horizonte de aplicación es basto, es amplio y de una largo, largo espectro. Siempre viene bien regresar a hojearlo, a reflexionar con el cuándo más hace falta  recibir chispazos de energía, pues las baterías en ocasiones se descargan entre tanto desencanto e indiferencia.

Para cualquier institución de educación superior u organización que pretenda iniciarse en A-S, la ruta crítica e itinerario que describe este artículo es ineludible, pues la compilación de experiencias que le dieron vida  es realmente exhaustiva, es profunda y decanta los aprendizajes de grandes pensadores y conocedores de la educación para el desarrollo.

El A-S en la educación es una elección intencional que  ayuda a promover criterios de acción ético-cívicos, personales y sociales, de los individuos que conformamos las sociedades.

Su estudio y puesta en práctica plantea un enfoque de desarrollo de competencias que estructura un proceso formativo y sitúa a la Institución con una neutralidad ideológica requerida; Pues el A-S es sólo proselitista de la construcción de una ciudadanía universal, permite  aprender de temas concretos propios de las asignaturas de cualquier carrera o plan de estudio, al mismo tiempo que se desarrollan habilidades sociales para la vida, para una buena vida.

Con el A-S se aprende al mismo tiempo que se es solidario con los demás y con el entorno en que se vive. Conjunta las visiones de dos mundos apasionantes, por una parte el aprendizaje significativo, sí el que se logra “haciendo” (y en ello se incluye todas las teorías que han conformado esta corriente pedagógica) y por la otra parte -pero siempre en un mismo nivel de relevancia, de allí la importancia del guión intermedio que una a la “A” y a la “S”-, la visión de darle una utilidad social clara, real y contundente a lo que se aprende.

Es así como se conforma un binomio esperanzador pero muy realista, que deja de lado a utopías de la enseñanza y el aprendizaje. Un binomio que decanta en una educación global generadora de una actitud incluyente, respeto activo, verdadera cooperación, solidaridad, confianza mutua, bienestar común y espíritu de la generosidad. Una educación que contribuye  a la integración de fuerzas de actores diversos que se  comprometen en las actividades propias del A-S y que posibilita la construcción de mejores democracias, y si alguien argumenta que exageré, al menos diré que permite que lo que haya de democracia tenga un mejor anclaje en las sociedades.

El A-S tiene una virtud particular, promueve en el estudiante –y esto es maravilloso pues aplica a niños jóvenes o adultos- la libertad de elección de cualquier modelo particular de ser ciudadano, pues desarrolla las habilidades, actitudes, conocimientos y valores indispensables para desempeñarse libremente y a plenitud en las sociedades cada vez más complejas y plurales en que vivimos. El A-S permite que se vea realizado exitosamente cualquier modelo o tipos de ciudadanía que se encuentre documentado en la bibliografía antigua  o contemporánea.

 

DEMOCRACIA, EDUCACIÓN GLOBAL Y COOPERACIÓN PARA EL DESARROLLO

Bien podemos decir que sin democracia no hay una sociedad plena, las sociedades actuales reclaman una ciudadanía que se construya desde la práctica de competencias personales y profesionales que permitan a las personas involucrarse satisfactoriamente en los asuntos de la vida pública y constituirse así en promotores de una justicia social que sea compartida por todos.

Me refiero a una justicia compartida como aquella que vela por los intereses de todos y no sólo por los de algunos cuantos ¿Cómo se le puede pedir a una persona que colabore, que sea solidario y que se involucre en la cooperación para el desarrollo, si considera que el trato que recibe de la sociedad a que pertenece es injusto? Aquí radica uno de los principales males de nuestros tiempos, un mal que engendra violencia, propicia el individualismo y el miedo o desencanto por participar en los asuntos cívicos.

La educación superior debe contribuir al desarrollo de nuevas teorías y engendrar nuevos modelos de justicia que sean equitativos y aceptados por la sociedad en su conjuntopara el caso particular que nos ocupa, el A-S, se ha constituido ya como una opción real al alcance de toda institución educativa que desee promover  la democracia como una forma de vida y de gobierno.

El A-S permite a los estudiantes comprender a fondo la comunidad cercana en que vive, le permite sentir su pulso, sincronizarse con su ritmo. ¿Porqué aprender en la escuela por un lado cosas que nos habilitan para contribuir al desarrollo económico y social de nuestra comunidad y por fuera de la ella andar realizando acciones voluntarias para “sentirnos” mejores personas? Esta es la característica de integralidad del A-S, se aprende al mismo tiempo aspectos de la vida profesional y a valorar lo cotidiano de nuestra vida diaria en el contexto de nuestro propio entorno.

Con el A-S se genera pertenencia y aprecio hacia la comunidad inmediata y periférica y se práctica la solidaridad ¿Qué no es ese el objetivo de la educación para la ciudadanía y el desarrollo? la ciudadanía descansa en pilares fundamentales entre ellos la pertenencia, la solidaridad, la justicia y la participación de los propios ciudadanos; el A-S conjunta estos elementos y va mas allá, desarrolla el mismo compromiso, sentido de pertenencia, participación cívica, habilidades sociales… en las personas que se involucre con el A-S..

El A-S favorece la comprensión de una vida democrática, genera capital social, propicia y enaltece las redes ciudadanas que protagonizan la transformación social requerida, una transformación que deja atrás aquella que se concebía posible solo desde el estado, el A-S abre paso a la posibilidad de construir una sociedad civil protagónica y determinante.

  

DÉFICIT DE POLÍTICAS EDUCATIVAS DE APOYO A LA EDUCACIÓN GLOBAL ES IGUAL A DÉFICIT DE SOLIDARIDAD

La institucionalización de políticas educativas en favor de la educación global en los sistemas educativos presenta en general un verdadero grado de avance, basta revisar  sendos reportes de investigaciones que con un simple “click” nos arrojaría  cualquier biblioteca digital arbitrada. Aunque es claro que eso no es suficiente ¿Qué es lo que falta? si la duda  de la efectividad de lo realizado en la educación superior persiste, basta con que volteemos a ver cualquier comunidad sub-urbana, rural o incluso ubicada en los centros históricos de cualquier ciudad.

La ciudadanía es algo que trasciende al individuo, el ciudadano lo es por qué se relaciona con sus pares a través de su quehacer profesional y como individuo común y corriente. La ciudadanía es saber, es saber hacer y también saber colaborar, el A-S aglutina estos saberes, da herramientas y empodera cívicamente a la persona, lo abre al dialogo constructivo, a la pluralidad, a la tolerancia, propicia el aprecio por la justicia, la igualdad, el bien común y el aprecio por la democracia como forma de vida y de gobierno.

La rúbrica que plantea el artículo que nos ocupa da cuenta del itinerario a seguir para lograr la institucionalización del A-S, no es una receta de cocina de sencilla preparación, es un conjunto de reflexiones muy bien estructuradas que parten de una lógica de apropiación de la metodología, que tiene como virtud amalgamar la naturaleza propia de la institución y su medio ambiente con el método; posteriormente, paso a paso acompaña para lograr ir asegurando un  avance que permanecerá en el tiempo.

El gran aporte de institucionalizar un programa como el A-S, como lo sugiere el artículo de Andy Furco, es que se tatúa en la piel institucional el compromiso de colaborar con la educación global. Se blindan los programas establecidos de los vaivenes cotidianos propios de la dinámica institucional, se protege el avance logrado y garantiza la contribución para reducir el déficit de solidaridad hoy evidente.

Institucionalizar en la educación superior la promoción de una educación global vale mucho en sí mismo, abre nuevos horizontes y justifica –en el caso de muchos de nosotros- el hecho de llamarnos universitarios, por su parte la formación en ciudadanía también vale en sí misma y justifica todos los esfuerzos habidos y por haber que se hagan en su favor desde el desarrollo cultural, económico, político y social. Se trata de establecer círculos virtuosos, sinergias, empoderamientos, cruces de fuerza, se trata de sumar y evitar las restas y divisiones.

La educación superior es determinante en la tarea de socializar prácticas y métodos exitosos a favor de la democracia y desarrollo social. El proceso de institucionalizar políticas educativas internas que favorezcan la proliferación de estas prácticas es un imperativo, precisamente ahí radica la relevancia histórica del artículo del Dr. Andy Furco y que usted amable lector puede conocer y reflexionar en este número cero de esta revista que hoy sale al espacio cibernético del internet. ¡Enhorabuena y éxito!