Vivimos un momento histórico complejo, de múltiples tensiones económicas, sociales, políticas, culturales y ambientales a escala planetaria, en el que se agudizan las confrontaciones entre diferentes visiones y proyectos de sociedad, generando una incertidumbre con respecto a nuestro futuro como especie humana. En este contexto, ha ido surgiendo con creciente fuerza la referencia paradigmática del BUEN VIVIR, que cuestiona el tradicional concepto de “Desarrollo” y sus distintas acepciones y adjetivos: desarrollo económico, desarrollo social, superación del subdesarrollo, desarrollo sostenible, desarrollo humano sustentable, calidad de vida, etc. Esto también genera una nueva interrogante a las distintas generaciones por las que ha transitado la llamada “educación para el desarrollo”: caritativa-asistencial; desarrollista; crítica y solidaria; para el desarrollo humano y sostenible, para la ciudadanía global, según atinadamente ha sido identificada desde hace ya algunos años.[1]

El BUEN VIVIR es una referencia paradigmática porque remite tanto a una concepción de la vida desde una perspectiva filosófica, como a una manera de vivir cotidianamente, coherente con dicha concepción. Utopía y realidad se fusionan así en una misma búsqueda ética de sentido y es por eso que su relación con lo educativo no es ni secundaria ni marginal, sino íntimamente correspondiente. En última instancia, el sentido de lo educativo estará impregnado en su devenir del impulso vital -teleológico y cotidiano- del paradigma que lo alimenta y le hace ser.

El  BUEN VIVIR es expresión de una ancestral sabiduría a la vez que desafío actual y para el futuro. Su significado está ligado a los pueblos originarios que lo han mantenido, recuperado, defendido y reinterpretado, pero ha llegado a ser asumido como eje referencial para amplios sectores y movimientos sociales, académicos y políticos de muchos países, llegando inclusive a ser colocado como referencia constitucional en países como Bolivia y Ecuador.

El BUEN VIVIR o VIVIR BIEN, se fundamenta en tradiciones culturales ancestrales de América Latina (El ABYA YALA de estos pueblos originarios): principalmente, el Sumak Kawsay (vida en plenitud y armonía del pueblo quechua-Ecuador);  El Suma Qamaña (bienestar de tu fuerza interna, del mundo aymara- Bolivia, Perú); El Balawaba (unidad de la naturaleza, del mundo Kuna- Panamá); el Ñande Reko (vida armoniosa, en el mundo guaraní- Paraguay, Brasil); el Lekil Kuxlejal (la vida buena y en paz de los Tseltales Mayas- Chiapas, México), entre otras,[2] todas centradas en una visión de mundo integral e interdependiente, de armonía, pertenencia y cuidado con la naturaleza, que convoca a vivir en común con equidad, respeto a las diversidades y a todos los derechos de todas las personas. Desde allí se proyecta ahora, ante las condiciones complejas y conflictivas de nuestro mundo actual, no sólo como una referencia ancestral latinoamericana, sino como paradigma que cuestiona los pilares sobre lo que se sustenta el modelo hegemónico de la globalización neoliberal y que cuestiona las orientaciones educacionales que corresponden a dicho modelo. En este debate paradigmático nos situamos para identificar de qué forma el Buen Vivir podría orientar un nuevo sentido educativo.

Recordemos que en el ámbito internacional ha sido una preocupación recurrente, el preguntarse por el papel que podría jugar la educación ante los desafíos actuales.  Por ejemplo, el informe que elaboró para la UNESCO la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, presidida por Jacques Delors[3], comienza planteando que frente a los desafíos actuales la educación constituye “un instrumento indispensable” para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social, enfrentando y superando las tensiones a) entre lo mundial y lo local; b) entre lo universal y lo singular; c) entre el largo y el corto plazo; d) entre competencias e igualdad de oportunidades; e) entre desarrollo de conocimientos y el acceso a la información por una parte y las capacidades de asimilación del ser humano, por otra. Más recientemente, el Foro Mundial sobre la Educación realizado en Corea el año 2015, reitera la importancia de trabajar sobre una agenda de educación transformadora y universal, (centrada en el acceso, la equidad, la inclusión, la calidad y los resultados del aprendizaje, dentro de un enfoque del aprendizaje a lo largo de toda la vida) reconociéndola como el motor principal para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos para el 2030.[4]

En ese marco podemos afirmar que es fundamental, entonces, sustentar las propuestas de una educación transformadora que responda a esos desafíos, en el paradigma del Buen Vivir, que es capaz de cuestionar y confrontar la visión hegemónica neoliberal y genere una ruptura con una episteme antropocéntrica centrada en el valor del consumo aún a costa de la depredación de los bienes comunes y cuya referencia finalista es el éxito individual por encima de las necesidades de las mayorías. Así, este paradigma cumple un doble propósito: de problematizar y generar ruptura hacia el modelo hegemónico y por otro lado de inspirar propuestas alternativas basadas en la equidad, la solidaridad, la integralidad y el respeto a la diversidad de formas de ser y de producción de saberes.

El paradigma del Buen Vivir, centrado en el cuidado de la vida, no sólo implicará generar propuestas económicas, sociales y políticas alternativas, sino que dará un sustento ético, estético, cultural e identitario al impulso de propuestas educativas emancipadoras que nos liberen de las ataduras que nos oprimen y que, a la vez liberen todas nuestras potencialidades y capacidades humanas; procesos educativos críticos, que impulsen la creatividad y el pensamiento propio; basados más en los aprendizajes a generar que en las enseñanzas a transmitir; promotores de diálogo como forma de construir y reconstruir conocimientos; incentivadores de las sensibilidades para percibir dimensiones que van más allá de nuestra racionalidad; de procesos de socialización, encuentro, sensibilización, descubrimiento; procesos de identificación y de reconocimiento de identidades. Procesos múltiples, diversos, planificados o inéditos; formales, no formales, informales. Procesos educativos, en fin, siempre vinculados con la vida, sus dilemas y sus desafíos.

Por eso hemos querido destinar este número de la Revista a explorar distintas dimensiones y aristas vinculadas con la relación entre Buen Vivir y Educación. Y hemos tenido el privilegio de encontrarnos con múltiples voces y miradas que con toda seguridad nos ayudarán a inspirar nuestras reflexiones y nuestras prácticas cotidianas.

Hemos querido hacer de este número un homenaje especial a un querido educador popular y filósofo peruano ALFONSO IBÁÑEZ IZQUIERDO, quien supo con su pensamiento y con su acción, encontrar y transmitir apasionadamente los hilos de las tramas que se construyen entre filosofía y educación. Lamentablemente fallecido este año 2016, el 6 de abril, nos deja una obra intelectual de gran magnitud que será necesario conocer y divulgar más entre quienes quieran construir un pensamiento crítico y utópico enraizado en nuestras realidades. Le dedicamos a Alfonso la presente edición de este número que circulará por muchos países y que cuenta con muchas contribuciones importantes venidas desde distintos rincones, porque precisamente en los últimos años, su aspiración utópica le llevó a buscar penetrar a fondo, como era su costumbre, en las distintas tramas del Buen Vivir o Vivir Bien como un horizonte de existencia hacia el cual y desde el cual caminar hacia la construcción de otro mundo posible, regalándonos así, con sus textos y con los aportes que presentaba en eventos y diálogos, un interesante y motivador desafío para que busquemos hacer cada vez más coherente y con sentido nuestro trabajo educativo.

Hemos incluido aquí una interesante reseña de su vida y obra que estamos seguros generará interés por conocer más sus escritos. Las aspiraciones éticas y político-pedagógicas de Alfonso encontrarán terreno fértil para proyectarse en nuestras propias acciones y reflexiones como la que este número de Revista Internacional sobre Investigación en Educación Global y para el Desarrollo busca promover.

Óscar Jara y el Consejo Editorial


[1] Mesa, Manuela (2014):  – Precedentes y Evolución de la Educación Para el Desarrollo: Un Modelo de Cinco Generaciones, en: Revista digital Sinergia, Diálogos educativos para a transformação social, # 1 diciembre 2014. pp. 24-56 http://www.sinergiased.org/, Lisboa, Fundação Gonçalo da Silveira.

[2] Mejía, Marco Raúl (2012): Las búsquedas del pensamiento propio desde el Buen Vivir y la Educación Popular: urgencias de la educación latinoamericana, Rev. Educación y Ciudad n. 23 p. 13, Bogotá, IDEP.

[3] UNESCO (1996): La Educación encierra un Tesoro. Paris.

Además UNESCO en 2015 “Replantear la educación. ¿Hacia un bien común mundial?”: http://unesdoc.unesco.org/images/0023/002326/232697s.pdf

[4] UNESCO, BM, UNFPA, PNUD, ONU Mujeres, ACNUR (2015): Educación 2030, Declaración de Incheon, Corea hacia una educación inclusiva y equitativa de calidad y un aprendizaje a lo largo de la vida para todos.